martes, 12 de marzo de 2013

Los piratas también son asesinos.



Es común discusión entre los especialistas de la lengua inglesa si la palabra “assassin” (asesino) fue inventada o no por el Bardo de Avon, William Shakespeare. Su origen es árabe y se refiere a los “comedores de hachís”, que en latín medieval se transformó en “assassini”, vocablo plural para referirse a los naturales de Arabia que se dedicaban a asesinar a los cruzados; mas no existe referencia escrita anterior con su significado actual que la del poeta inglés por excelencia. 

Las historias entorno a estos han viajado desde las proezas contadas por los juglares, pasado por la literatura y otras formas artísticas, hasta llegar a nuestros tiempos y las narrativas actuales. En el mundo de los videojuegos, ese extraño arte híbrido del cine y la comedia dell’arte que se vale de las nuevas tecnologías y logra la interacción perfecta entre el creador y el que disfruta su pieza, existen también alusiones a este intrigante género de los que matan “a sueldo”; siendo “Assassin’s Creed”, de la desarrolladora francesa de juegos multimedia Ubisoft, la referencia perfecta. 

Si bien remonta parte de su historia a los tiempos que le dieron origen a la palabra que le da nombre, la controversial época de Las Cruzadas, la saga de “Assassin’s Creed” lleva la narrativa de los “asesinos” a distinta épocas en donde han sido requeridos y han realizado sin empacho su mortífero menester. Es por eso que en su más reciente edición, los piratas, esos héroes-villanos que han marcado los cauces de reinos, imperios y naciones (los somalíes, por ejemplo), son los nuevos protagonistas. En voz de los realizadores, no existirán clichés ni estereotipos paródicos en esta versión. Los guerreros de altamar merecerán el trato justo que su profesión amerita, con toda la crudeza y acción que los caracterizó en sus años de oro. Es así como “Assasin’s Creed 4: Black Flag” trae a los amantes de los videojuegos y a los de una buena historia una nueva forma de ver el oficio de aquellos que matan por dinero o, ¿por qué no?, por oro y placer.

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