En este blog se han tratado de
difuminar diversos mitos sobre la labor de los expertos en relaciones públicas.
Sin lugar a duda, ahora toca turno a uno de los más notorios: la fama de los
publirrelacionistas como “organizadores de eventos” o “planeadores de fiestas”.
Chistoso resulta este mito cuando, en realidad, la producción de eventos no
significa ni una décima parte del trabajo que se hace en las oficinas y/o
agencias de RRPP.
Un publirrelacionista, por
ejemplo, dedica la mayor parte de su tiempo a la elaboración de textos, los
cuales serán entregados a medios o a los mismos clientes para su publicación
y/o difusión. Por lo anterior, una de las principales habilidades requeridas en
los dedicados a esta materia es la de tener una buena redacción y ortografía.
Además, en una economía global como la que vivimos ahora, el buen nivel de
inglés y la empatía con otras culturas y estilos de vida, son necesarios para
desarrollar la labor.
En otro tenor, las habilidades
interpersonales, aunque necesarias, no son las únicas que se requieren. La
capacidad estratégica además de la buena planeación y una férrea disciplina,
son las principales virtudes de un buen administrador de relaciones públicas.
Lograr una estrategia de posicionamiento de marca, por ejemplo, requiere de
dedicación y horas oficina, más que del networking
que ocurre en los eventos. Por tanto, aunque parte de las relaciones
públicas, los eventos resultan sólo una de tantas estrategias utilizadas, sobre
todo por el word of mouth y la
diversificación en prensa.
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