Por @desubikarla
Siempre he dicho que tengo personalidad adictiva. Entre mis principales adicciones se encuentran el cigarro, la tele, el chocolate, el Twitter y la BlackBerry.
El cigarro es horrible, estoy harta de fumar como si mis pulmones valieran 2 pesos. Ya intenté fumar poquito y nada más no pude, me estoy planteando dejarlo para siempre porque, de verdad, no hay humor.
A la tele ya le bajé, aunque no estoy dispuesta a renunciar a un domingo en pijama con dos qué haceres, cambiarle a la tele y pagarle al del servicio a domicilio.
Los chocolates ya mejor ni los compro. Si hay pues ya ni modo, me tengo que comer aunque sea uno, es una adicción heredada por mi madre y la sangre no se niega.
Pero a ver, Twitter y BlackBerry no son malos para mi salud, ni me hacen más gorda, ni me acabo los pulmones o el hígado, bueno el hígado a veces con algún mal tuit o la falta de señal. El punto es que son adicciones que no estoy dispuesta a dejar en este momento de mi vida. Aunque mi mamá me vea con cara de intervención y me diga: ”Dicen que tuiteas mucho mijita”.
Para mi mala suerte el jueves mi teléfono dejó de jugar conmigo. Una cadena de pequeños infortunios en la vida de mi humilde, pero querido, 8530 terminó en un trágico calentamiento de pila y como consecuencia quedó en coma.
Lo primero que hice, después del tesito de tila para los nervios, fue cambiarle la pila, esto sólo lo trajo a la vida unos cuantos minutos, pues se chupó la batería como Chaparrita: de un traguito. Respiración profunda, otra…otra más. Volví a cargar la batería y, tras 3 Aves Marías y 25 Padres Nuestros , lo encendí. Esto me dio veinte minutotes para hacer un respaldo de toda, todita, mi información. De los males, el menor.
Con todos mis contactos a salvo me resigné a esperar la llegada de mi nuevo equipo, cosa que sucedería hasta el lunes. Mientras estaba en la oficina, todo muy bien yo tranquila, no pasa nada, todo está en la mente. Si alguien me tenía que localizar había los medios suficientes para lograrlo. Por ahí de las 5 pm del viernes llegó la ansiedad, sin Twitter, sin BBM y sin teléfono. Sentía que me estaba perdiendo de miles de planes increíbles, que algún galancillo se iba a quedar con las ganas de verme o que me iba a llegar ese mail de: “Se está acabando el mundo” y yo ni enterada. Ya para el domingo en la tarde tenía un severo síndrome de abstinencia con sudores, temblorina y todo el kit (supongo que algo tuvo que ver la fiesta del sábado).
Finalmente llegó el lunes y con él mi nuevo BlackBerry, lo fui a recoger con un amigo que, amablemente, se ofreció a bajar mientras yo lo esperaba en el coche. Una junta (de esas de las que no se pueden salir) me tuvo 45 minutos dando vueltas como trompo de Apizaco. Tres cuartos de hora esperando y sin BB, me quería morir, mi nivel de estrés estaba ya al máximo.
Con mi nuevo teléfono en mis manitas temblorosas, salí corriendo al centro de atención de mi compañía de telefonía móvil, el tiempo que tuve que esperar para que me tocara mi turno fue casi infinito, tomando en cuenta mi histeria. Me sentía como, supongo, se siente un heroinómano después de 3 días sin su pinchazo. El pobre hombrecito que me atendió sufrió las consecuencias de mi tragedia. Llegué en plan: “Me queda un minuto de paciencia y no te lo pienso donar” y el buen hombre veía mi teléfono viejo con cara de: “No es mi culpa que traigas un Frankie creyendo que es un BlackBerry”. Finalmente fue muy amable y le dio vida a mi nueva Bold blanca, preciosa. Salí pegando brincos de la emoción.
Y no, aquí no acaba mi tragedia. Es que cambiar de equipo es casi como cambiarte de casa, no por lo difícil sino por lo importante. Yo, muy conocedora de mi Gadget favorito, hice el cambio en el administrador de escritorio y sí, se actualizaron mis aplicaciones, cuentas de correo pero no había ningún contacto y mi BBM había desaparecido ¡Ay señorita Laura yo ya no puedo más! Hice lo que tenía que haber hecho desde el principio, leí las instrucciones, me di cuenta de lo que estaba haciendo mal y finalmente, después de casi 4 días, nació La Puri (tengo la costumbre de ponerle nombre a mis pertenencias).
Consejos para evitar tragedias de este tipo.
· Si te metes a bañar no pongas cerca tu BlackBerry y si te llaman, por piedad, no contestes.
· No intentes desarmar tu equipo, no eres técnico de servicios.
· Cuando tengas que unir las piezas de tu teléfono con un diurex, es momento de cambiarlo, no esperes a que muera eso ya es inevitable.
· Siempre ten un respaldo de toda tu información.
· Utiliza BlackBerry Protect, mientras más herramientas de respaldo mejor.
· Lee las instrucciones antes de usarlo, no lo hagas ya que la preparaste.
· Si te enojas con alguien en el teléfono, no lo avientes, tu BB no tiene la culpa.
Todo esto es para admitir que la culpa fue mía y de nadie más, maltraté a uno de mis hijos predilectos y pagué las consecuencias.
Dejo una liga para prolongar la vida de la pila, no está demás tomar cualquier precaución.
http://docs.blackberry.com/en/smartphone_users/deliverables/14951/Extend_battery_life_26349_11.jsp
Para cualquier duda, reclamo o aclaración nos vemos en twitter @desubikarla o dejen su amable, y siempre bien recibido, comentario bajo estas líneas.
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