De entre los diversos géneros
periodísticos, el más literario tal vez sea la crónica. Con exponentes tan
grandes como Gabriel García Márquez y el mexicano Julio Scherer, el arte de
tejer palabras ha visto como un género nacido de la necesidad de saber los
hechos sucedidos en un lapso se ha convertido en una nueva forma de recrear (y
hasta crear) la realidad.
El publirrelacionista es también
una especie de cronista, con la característica de que de él dependerá cómo
sucedan los hechos en los tiempos que él contemple. Una especie de creador y
relator. En toda estrategia de comunicación hay una preparación cronológica
sobre qué, cuándo, cómo y en dónde sucederán los hechos que nos lleven a
obtener los resultados deseados. El conjunto de tácticas requeridas conforman
una historia que, cuando termine de contarse, deberá de ser la crónica perfecta
de una campaña en relaciones públicas exitosa, teniendo como desenlace la meta
planteada al cliente (mejorar la percepción o crear conciencia de su marca, por
ejemplo).
Es por eso que las RRPP son una
disciplina capaz de crear o moldear realidades. La buena ejecución de un plan,
el cual siempre debe de tomar en cuenta que la marca y no el publirrelacionista
es la estrella, es una receta de éxito que, vista hacia atrás y evaluada por la
crónica de la misma, puede ser repetida paso por paso y permanecer vigente en
su esencia y buenos resultados. Bajo esta premisa se debe de trabajar en toda
campaña, con la intención de que la historia que se escriba al final haga eco
de las creativas y bien encarriladas propuestas que se programaron desde un
principio.
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