martes, 3 de julio de 2012

El cliente siempre es más inteligente.


Un problema persistente en América Latina es el querer tratar al cliente como un sabelonada.  La tropicalización de campañas (la cual consiste en simplemente darle un toque regional a las campañas del país original de la marca), los publi-reportajes (notas pagadas) y las dramatizaciones son, por ejemplo, técnicas que no sólo invaden los medios, sino que ofenden la inteligencia misma del cliente.

Un mandamiento de las relaciones públicas es considerar como cliente no sólo a la marca sino al cliente de la misma. Por ende, toda estrategia que se tome debe de tener en cuenta al segundo y medir la capacidad de alcance e impacto que tendrá sobre éste. Cualquier paso en falso que se tome no sólo pone en riesgo a la marca, además puede hacer sentir al cliente como un simple comprador en lugar de hacerlo sentir el objetivo y motivo principal de la empresa.

Por lo anterior, toda estrategia que se tome debe de ser especialmente creada para que el cliente la entienda y disfrute, sintiéndola como una campaña “hecha a su medida”. De esta manera, el atractivo de la marca no sólo existirá en el producto mismo sino en todo lo que le envuelve; pues la mayoría de las veces es tan importante el camino como lo es el destino, y los caminos ya muy andados terminan por no servir.

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