La flama olímpica es el símbolo
más importante de las olimpiadas, la luz que ilumina la senda hacia la
victoria. Los Juegos Olímpicos de Londres 2012, sin embargo, se han quedado sin
pebetero por unas horas: “a oscuras”, como lo han llamado la mayoría de los medios.
El difuminar el símbolo más importante de un evento no puede pasar inadvertido,
y los organizadores de Londres han creído lo contrario. Ahora, la foto del pebetero
sin incandescencia ha dado la vuelta al mundo, dejando en duda la organización
de estos JJOO.
No obstante, no hubiera pasado lo
anterior si la oficina de comunicación de la justa hubiera hecho los arreglos
pertinentes para que la gente lo viera como “un trayecto más de la flama
olímpica”, por mencionar algo, dejando claro, por ejemplo, que no se violó la
constitución olímpica y que un fuego proveniente de la flama original está
guardado en una lámpara minera que lo mantiene encendido para eventualidades
como esta.
La comunicación es en un evento,
y sobre todo de esta magnitud, la clave para hacer de este uno exitoso y, no
sólo eso, sino de crear la impresión correcta en todos los que lo siguen y
asisten a él. Una buena oficina de comunicación debe de tomar en cuenta todas
las eventualidades y estar preparada para antes de que sucedan o, en su
defecto, para solucionar una crisis. Este evento de los JJOO 2012 sentará
precedente para todas las oficinas de comunicación sobre lo que NO se debe de
hacer.
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