lunes, 2 de julio de 2012
La importancia de llamarse “honesto”.
Un sobrenombre es simpático en primaria, pesado en universidad e inaceptable en el ámbito laboral. A las marcas les pasa lo mismo. Una vez que se han hecho de un mote negativo en el argot popular, puede que esta afectación se vuelva una constante en el desarrollo de la misma en el mercado.
La respuesta a cómo eliminar de la gente un alias desagradable tiene que venir desde la oficina o departamento encargado de relaciones públicas. Al fin y al cabo son ellos los que se encargaran de que el top of mind (intención de los publirrelacionistas de ubicar una marca como primera opción al pensar sobre el giro de la misma) sea positivo y no tenga algo de negativo en él –lo anterior también relacionado al manejo de crisis o crisis management.
Sin lugar a dudas, la pronta e inteligente respuesta en una situación en donde una marca se pueda ver vinculada a un concepto negativo o que le pueda restar mercado puede evitar debacles no sólo en las ventas, si no un contagio en mercados que se sienten tan distantes a las RRPP como lo son los financieros. Al fin y al cabo, si se respeta el nombre, pronto se olvida el apodo.
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