Que
accedan a una cuenta privada extraños y escriban cosas desagradables suena, sin
duda, a un crimen (aunque no lo sea); pero bien se dice que a veces las
bendiciones van disfrazadas de maldiciones. En otras palabras, no siempre lo
que parece una mala noticia es tal. Para ejemplo, un click.
Existen
casos documentados en Twitter, la red social más rápida del oeste, en donde
empresas para las que el número de seguidores es importante, y que han visto sus
cuentas hackeadas, han incrementado
vertiginosa y voluminosamente la cantidad de los mismos. A pesar de que los tuits no han sido decorosos, los mismos
han traído atención y, por ende, han aterrizado el nombre de la compañía en el timeline de más usuarios.
Si
bien el botón de “dejar de seguir” no deja de existir, llamar la atención en
esta red social es más complicado de lo que parece. Cabe resaltar que, por
ejemplo, para una empresa joven, este acto de suplantación de la identidad
podría resultar fatal; así que no es la idea más brillante que una estrategia
de este tipo nazca desde dentro de la misma. Sin embargo, y como ejercicio
creativo, es de llamar la atención qué habría hecho el reconocido padre de las
RRPP, Edward Bernay, con Twitter, cuando él siempre expresó que “mientras
tengas a la gente hablando de ti, no importa lo que de ti digan”.
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