viernes, 24 de junio de 2011

BE GAY, BE PROUD

Por José Manuel Borbolla

Antes de que llegara a vivir a México, un querido amigo visionario al que le tengo mucho cariño porque fue una de las personas que más me apoyo al mudarme, Jerry Espinosa, puso un café en la calle de Amberes en la Zona Rosa. Se llamaba Be Gay Be Proud, era el primer establecimiento en su tipo y el cual llegaría a inaugurar lo que hoy es la calle más gay de Latinoamérica. El nombre me llamo mucho la atención porque era la primera vez que alguien me invitaba a estar orgulloso de lo que soy, lo que en aquel tiempo, y ahora, sigue siendo una osadía.

Esta semana festejamos “el orgullo gay” y me preguntó, qué tanto hay que festejar cuando realmente muchos de nosotros no estamos orgullosos de nosotros mismos o en otras palabras, no amamos completamente lo que somos al no aceptarnos tal cual y enfrentarnos sin pena ante nuestros amigos y familiares.

Muchas veces le echamos la culpa a la comunidad buga por las situaciones de “discriminación” que supuestamente existen contra la nuestra, pero, si nosotros mismos nos discriminamos entre nosotros, ¿cómo podemos exigir algo que no damos? El día de mañana, y por trigésimo tercer año consecutivo, miles de personas saldrán del Ángel al Zócalo a exigir igualdad de derechos, porque eso sí, las obligaciones son las mismas. Mi pregunta es: ¿me siento tan orgulloso de lo que soy, como para ir a apoyar a mi comunidad? ¿O me siento tan ajeno que prefiero no ir o ir a sólo mirar para pasar un buen rato o sea, a criticar? A mi parecer la crítica es de cobardes, de quienes no tienen el valor de respetar algo que en el fondo, les gustaría compartir.

Justo este verano cumplo mi décimo aniversario de jotito, o sea, de que salí del closet, y desde entonces mi opinión sobre las marchas ha cambiado mucho. Antes las odiaba (de hecho sigo odiando las manifestaciones porque creo que no llegan a nada en comparación a lo molesto que son para el resto de los ciudadanos que no tenemos nada que ver) porque eran las culpables de que yo no me identificara con el cliché que precisamente las marchas y las telenovelas de aquel entonces ofrecían como lo que tenía que ser un gay, llevando que mi decisión de desenclosetarme fuera aún más difícil.

Hace 10 años y en provincia más, los únicos gays que existían para mí eran Walter Mercado, Juan Gabriel y el peluquero de mi mamá. Todos muy respetables, pero, ilusamente, juraba que mis opciones se limitaban a ese estilo de vida con el cual no me identificaba, y si lo único que tenía en común con esos personajes era que me gustaran los hombres, no creía justo cambiar todo mi estilo de vida para adaptarme a parecer un cliché y entonces sí, pertenecer.

Años más tarde, y por una cuestión más de tacañería que otra cosa, me di cuenta que todo se reducía a una sencilla razón: justicia. ¿Si pago los mismos impuestos que los bugas, o sea, tengo sus mismas obligaciones, por qué diablos no voy a tener los mismos derechos? Me enojé y fue cuando tomé la decisión de que si yo no hablo por mí, nadie lo hará, entonces, le encontré sentido a la palabra “manifestación”.

Lo que aún no estaba resuelto era mi otro issue y por el cual detestaba las marchas gay en particular. No voy a mentir que a pesar de que soy joto, no comparto, más sí tolero y respeto, muchas ideologías con la cual desfilan algunas personas el día del Orgullo, ya que muchas me parecen denigrantes (como es el caso de quienes marchan drogados) y otras con el fin único de provocar. Me da pena que mucha gente identifique a la comunidad sólo con ese par de clichés, siendo lo único que publican los medios de comunicación, haciendo que los papás de ese niño adolescente a punto de declararse abiertamente homosexual obviamente deseen que su hijo sea todo antes que puñal, inclusive drogadicto o que esté muerto.

Ahora, ¿la culpa de que esos clichés dominen y hagan más difícil la salida del closet son culpa de ellos, de los bugas o del resto de la comunidad gay que no sale a las calles “por pena” o porque no lo ve necesario? Ups, creo que el error es de los últimos.

¿No creen que entre más normal lo veamos nosotros, más normal lo verá la sociedad? ¿No creen que entre más gente salga del closet más fácil será vivir dignamente para las próximas generaciones?

Cuando una familia descubre que tiene entre sus miembros a alguien con el mismo defectito que uno, su opinión y forma de tratar el tema cambia. ¿Imagínense si todos se atrevieran a manifestar lo que son? Habría un cambio inmediato en cada hogar (por que en todas las familias siempre hay alguno, aunque sea un primo segundo). Un cambio que haría de éste país un mejor lugar, porque valores como la tolerancia, el respeto, la dignidad y el amor por lo que eres y no por lo que los otros quieren que seas; no podrían llevar a otra cosa.

La aceptación y el respeto empiezan por uno mismo, si no amamos lo que somos, cómo vamos a poder exigir ser amados. Creo que es importante aplicar el “se gay y se orgulloso de serlo”; porque a medida de que nos aceptemos, amemos y respetemos a nosotros mismos, todo lo demás: el respecto, la aceptación, la dignidad y el amor pleno, llegarán por añadidura.

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