miércoles, 15 de junio de 2011

Yo sí tengo a mi papá en Facebook


Por @desubikarla

Mi padre nació en los 50, en Ciudad Obregón, Sonora. Creció jugando en los campamentos de las presas que construyó mi abuelo, y, aunque su adolescencia la vivió ya en el DF, siempre ha sido un hombre de campo.

Su pasión por las actividades campiranas lo llevo a hacerse socio de Charros del Pedregal a los 18 años, sin conocer a nadie, llegó, se inscribió y se hizo charro. Ese es mi papá, el que todos los días viste botas, pantalón vaquero y tejana; el que escucha Joan Sebastian, Cuco Sánchez y el Recodo; el que heredó a sus hijos –hombres- el deporte que descubrió él solo; el que va en su Cheyenne (apá).

Escuchar música de banda y el olor a caballo me reconforta, me dan la seguridad que me ha dado siempre Chito Hernández, el héroe de muchas de mis batallas (ninguna de ellas tiene que ver con tecnología).

Imagínense a este charro, de casi 60 años, detrás de un monitor. A los cuarenta y tantos lo inscribieron a clases de computación, esas en las que hablan de códigos binarios y sistemas operativos. Lo veo perfecto con cara de agobio, increíblemente confundido y sin saber para qué le están hablando de MS DOS si él lo único que necesita es que le expliquen cómo usar Word.

Cuando me fui a vivir a Madrid no tenía ni su correo electrónico, lo tuve que buscar en la base de datos de SAGARPA (Secretaría de agricultura, ganadería, desarrollo rural, pesca y alimentación. Su lugar de trabajo) para mandarle un mail, rezándole a la virgencita que me contestara. No se me hizo.

Hace poco me pidió que le enviara unos documentos, terminé el correo con un “te quiero mucho pa”. Él me contestó “Recibí el documento, gracias por tus atenciones” ¡Por favor dime que me contestó tu secretaria o que te trepanaron el cerebro!

Ahora sé que mi jefecito sólo contesta desde Yahoo, el de la oficina lo maneja su secretaria. Yo también quiero una Clemen.

Con todos estos antecedentes, figúrense mi sorpresa cuando José Manuel Hernández Gaytán me pidió que fuéramos amigos en Facebook. De la emoción, me dejé ir tageándolo en cuanta foto, publicada por mí, aparecía. Me habló para reclamarme -Ya no me mandes tanta foto mija. Me ahorré la explicación.

Pues créalo o no, al día de hoy, mi padre tiene 155 amigos -a los que felicita puntualmente en sus cumpleaños-, comenta fotos, comparte ligas, deja comentarios -ácidos casi todos- en los muros. Vamos, es un usuario activo de Facebook.

¡Feliz día del padre, un poco adelantado, papacito!

PD. Yo sí lo acepté, si se espanta ya es su bronca.

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